Comenzar una psicoterapia suele ser una decisión importante y conlleva un tiempo de reflexión. Por un lado, confirma el deseo de cambiar algo de nuestra vida o de nosotros mismos para mejorar nuestro bienestar. Este deseo de cambio suele gestarse con el tiempo y las experiencias vitales. Por otro, plantea la necesidad de recibir un apoyo profesional. Es decir, generalmente la persona ha intentado sin éxito solucionar por si mismo el problema antes de decidir que necesita ayuda externa.
La Psicología es una ciencia joven que poco a poco se está ganando el reconocimiento social de ser una disciplina que ayuda a las personas a mejorar su salud y bienestar. Hasta un 40% de españoles consultan o se plantean consultar a un psicólogo en algún momento de su vida cuando se sienten mal o tienen algún problema concreto. Afortunadamente parece que los prejuicios sobre ir al psicólogo como “cosa de locos” o “signo de debilidad” van quedando atrás. Sin embargo, desde que irrumpiera Internet en nuestras vidas, la forma de buscar un psicólogo y la manera de realizar la terapia ha cambiado, siendo cada vez más común la opción virtual o terapia online.
Buscar en la red tiene la ventaja de que permite tener bastante información de partida sobre la formación, experiencia, forma de trabajar, tarifas, etc. del psicólogo que vamos a visitar y por tanto, facilita una posición activa en la búsqueda y una sensación de control sobre la elección. Además, favorece que el hecho de ir al psicólogo se mantenga en secreto si la persona no desea que nadie de su entorno lo sepa.
Sin embargo, al igual que sucede con otras informaciones que podemos obtener por Internet, tenemos que saber distinguir los aspectos importantes a la hora de elegir un buen psicólogo y a eso dedicaremos este árticulo.
En primer lugar, es fundamental comprobar que el psicólogo posee la titulación académica que se requiere (Licenciatura de Psicología y especialidad Clínica), la habilitación sanitaria que le permite ejercer y está colegiado. Estos datos pueden comprobarse en el Colegio Oficial de la Psicología de cada Comunidad Autónoma.
En segundo lugar, es importante que el psicólogo tenga una formación amplia de Postgrado, preferiblemente en centros reconocidos, que le capacite para tratar el tipo de problema o de paciente (por ejemplo, si el paciente es un niño, la terapia va a requerir el uso de otro tipo de herramientas). La formación de postgrado en Psicología suele enmarcarse dentro de un modelo teórico concreto, por ejemplo, psicoanalítico, cognitivo-conductual, sistémico, humanista, etc., aunque cada vez es más frecuente que el enfoque de los cursos de postgrado sea integrador, es decir, que incluya varios modelos teóricos desde los que trabajar con el paciente. En EA Psicólogos consideramos que disponer de un modelo integrador es más beneficioso para el paciente porque amplia la comprensión del problema que trae a consulta y el número de herramientas con las que intervenimos. A parte, la actualización de conocimientos en nuestro ámbito es fundamental ya que la Psicología es una ciencia en constante evolución.
En tercer lugar, la experiencia en el tratamiento de diferentes problemas y en diferentes ámbitos de trabajo (privado, publico, ONG, etc.) aporta destrezas para comprender y abordar la enorme diversidad de dificultades y personas que pueden acudir a consulta y lograr que la terapia se adapte más a la singularidad de cada uno. No hay dos personas iguales ni dos problemas iguales y eso es lo que hace que nuestra profesión sea tan apasionante y exigente.
En cuarto lugar, la persona del terapeuta y sus habilidades a la hora de establecer un vinculo de confianza con el paciente serán cruciales en la eficacia de la terapia. En los últimos 10 años los estudios sobre los factores responsables de la eficacia de la psicoterapia han dado un giro. Anteriormente se habían centrado en la búsqueda del modelo teórico más eficaz, lo que condujo a enfrentamientos internos en el ámbito académico y clínico de la Psicología, y hoy en día se está estudiando cada vez más la figura del terapeuta o psicólogo.
Si bien tener un modelo teórico es un factor necesario, no es suficiente para explicar el éxito de una terapia. Se sabe que la persona que conduce la terapia posee unas características que van a influir de manera muy determinante en el éxito de la terapia (Wampold y Baldwin, 2017, proyecto Supershrink en EEUU). Según algunos estudios, el efecto del terapeuta puede explicar el 57% del éxito de esa terapia (Duncan, factores comunes de la terapia).
Una de las características más importantes es la capacidad del terapeuta para establecer una alianza sólida con el paciente. Esta alianza terapéutica depende del acuerdo entre paciente y terapeuta en las metas de la terapia y las tareas del proceso terapéutico y el vinculo positivo entre ambos.
Algunas habilidades interpersonales que van a favorecer ese vinculo positivo son: fluidez y claridad en la comunicación, respeto, empatía, capacidad de expresar emociones, buen manejo de las críticas, etc. Estas cualidades pueden aprenderse y entrenarse en los programas de formación de Postgrado y a través de la supervisión o terapia personal del propio terapeuta.
Gracias a estas características, la relación que el psicólogo establece con el paciente es una relación de apego segura que pueda servir de experiencia correctora de otras relaciones significativas del paciente que no fueron seguras.
En conclusión, el psicólogo necesita poseer amplios conocimientos teóricos y experiencia pero también unas cualidades para conectar con el paciente y construir una relación de confianza en la que poder explorar, comprender y facilitar el cambio de sus dificultades.