¿Alguna vez has llegado a sentir inquietud e incluso ansiedad y miedo cuando te das cuenta que tu móvil se está quedando sin batería o que te has dejado el móvil en casa cuando vas camino del trabajo o de la universidad? Este sentimiento tiene un nombre, nomofobia, palabra que une “NO MOvil” con “FOBIA” y hace referencia al miedo irracional a quedarnos sin el teléfono encendido.
Nuestro móvil se ha convertido en un verdadero
cordón umbilical con el mundo exterior. Estamos en continuo contacto con
familia, amigos, personas más o menos cercanas, incluso con personas
desconocidas con las que nos une un nuevo vínculo, las relaciones 2.0. A esto
añadimos el continuo bombardeo de noticias, mensajes, correos, anuncios….que
nos llevan a un continuo consultar o mirar la pantalla del móvil.
Cada
vez es mayor el tiempo que dedicamos a conectarnos a lo virtual en detrimento
de la vida real.
Pero, ¿podemos considerar la nomofobia una
verdadera adicción?
Aunque el término nomofobia no aparece como
tal en el DSM-IV (referencia internacional para psicólogos y psiquiatras), en
la práctica terapéutica nos encontramos con un gran número de personas que
siente un importante estado de ansiedad relacionado con el consumo de la
tecnología móvil. En el caso de los jóvenes, el uso intensivo de internet les
puede llevar a centrarse menos en su formación y de alguna manera, directa o
indirectamente, provocar conflictos dentro del entorno familiar.
En el caso de los adultos, muchas veces las
rupturas de pareja conllevan un nuevo estado de ansiedad que se une a los
sentimientos producidos por la propia ruptura, este estado tiene relación con
la necesidad de visitar sin parar el perfil de sus ex en las redes sociales,
mostrándose incapaces de parar de hacerlo y pasar bastante tiempo buscando
información sobre la posible nueva vida de su ex. Sin olvidar que, el uso del
móvil se está convirtiendo en uno de los primeros motivos de discusión con la
pareja.
Entonces,
¿por qué nos cuesta tanto prescindir de nuestro móvil?
Las notificaciones de nuestras redes sociales
actúan como recompensas que nos provocan deseos de seguir consumiendo tiempo en
nuestro móvil, ya que esa recompensa se traduce en un aumento de secreción de
dopamina, la hormona de la felicidad, con lo que la adicción aumenta.
A esto añadimos la satisfacción de sabernos
informados de cualquier tema que nos interese en el momento, poder disponer de
esa película que me han dicho que está muy bien, o ese libro que me apetece
leer, con sólo un click sin esperas, o la posibilidad de acceder a comprar
cualquier objeto por muy lejos que se encuentre en el momento.
La disponibilidad permanente del móvil nos
hace tener la impresión de que no podemos esperar a tener la información, el
libro, el objeto…
No debemos olvidar lo atractivo que nos
resulta poder realizar cualquier actividad práctica; hacer gimnasia en casa,
aprender chino, tocar el violín, hacer yoga, dieta,,,, sin grandes gastos, sólo
conectándonos a las cientos de aplicaciones o vídeos de youtube que hay en la
red. Todas estas ventajas que tenemos hoy día, si no ejercemos control sobre
ellas nos pueden llevar a producir lo que llamamos una “adicción del
comportamiento”, lo que podríamos definir como una adicción sin drogas, donde
la dificultad está en la pérdida de control de nuestro comportamiento con las
mismas características que una adicción a algunas sustancias como es la
dependencia, el síndrome de abstinencia, la tolerancia y la interferencia en
nuestro día a día. Y lo que conllevan estas características: ansiedad,
angustia, sentimiento de culpa, vergüenza…
Esta adicción se encuentra muy unida a otro
nuevo miedo el llamado FOMO (Fear Of Missing Out) o “miedo a perderse
algo” lo que nos llevaría a un estado de
ánimo negativo y sentimientos depresivos al creer, en el momento que no estamos
conectados, que nos estamos perdiendo algo, que los demás están teniendo
experiencias gratificantes de las que nosotros estamos ausentes. Según el
estudio llevado a cabo J. Walter Thompson, 3 de cada 10 personas de entre 13 y
34 años han experimentado esta sensación, y generalmente cuando ven que sus
amigos hacen cosas a las que no están invitados.
No hablamos de renunciar a las ventajas de
estar conectados a la red, pero sí que es importante que estemos muy atentos
cuando esas ventajas dejen de ser tales y empiecen a convertirse en la causa de
nuestro malestar, angustia…
Y
si sientes que la situación se te está escapando de las manos no dudes en pedir
ayuda, no es algo de lo que avergonzarse sino algo a solucionar.