Cada vez son más las familias adoptivas que mantienen contacto con las familias biológicas, son las llamadas adopciones abiertas.
En la adopción de menores hablamos de adopciones abiertas cuando existe contacto entre la familia adoptiva y la familia biológica. En los casos, en los que no existe dicho contacto hablamos de adopciones cerradas.
En España la mayoría de las adopciones son adopciones cerradas, en algunos casos justificadas por ser adopciones internacionales y en otros por deseo explícito de la familia adoptiva o de la propia familia biológica.
Hasta hace poco, las familias adoptivas solían expresar su deseo de cortar totalmente la relación con la familia biológica justificándose en evitar más daño al menor. En algunos casos esto no se ha limitado a la familia biológica sino que se ha cortado todo vínculo con cualquier aspecto que pudiese recordar al niño su vida anterior como sería hablar de su país o cultura de origen, explicarles los detalles de su adopción, etc. Estas actitudes ocultan la inseguridad y el temor por parte de los padres adoptivos a que sus hijos, en el futuro, quisieran volver con su “otra” familia, a su país de origen o por sentir a los padres biológicos como alguien con quien competir por el cariño de sus hijos, También aparece el temor a dificultar la creación del vínculo con su nueva familia.
Esta actitud está cambiando. Cada vez son más las familias que desean acceder a todos los datos posibles sobre los orígenes de sus hijos. En el caso de adopciones internacionales, cuando viajan al país de origen, investigan y guardan “como oro en paño” toda la información que pueden obtener para poder ofrecérsela a sus hijos a medida que vayan creciendo, información sobre su familia, su lugar de nacimiento, las circunstancias de su abandono, etc. En los casos de adopciones nacionales, con la reforma de la Ley del menor, un juez podrá decretar la adopción abierta siempre con el consentimiento de la familia biológica, adoptiva y del menor, si éste tiene capacidad para ello, lo cual permite al niño seguir manteniendo un contacto regulado con su familia biológica.
Por un lado, el menor tiene acceso a su historia, sin necesidad de recurrir a fantasías o idealizaciones sobre la familia biológica. Fantasías que suelen aparecer especialmente en la adolescencia, o cuando empiezan a plantearse la búsqueda o no de sus orígenes. Pero no podemos generalizar este tipo de adopción como la mejor opción, sino que depende de las circunstancias en las que se produjo, la situación de la familia biológica y la edad y desarrollo del menor.
Si miramos hacia países con mayor historia de adopciones abiertas que el nuestro, como es el caso de EEUU, donde hay muchos niños ya adultos que han vivido situaciones de adopción abierta, esto es percibido como algo natural, siempre han sabido que existía otra familia que por las circunstancias que fuese no se hicieron cargo de él. Y se puede observar como la relación con la familia biológica se va transformando con el tiempo, ya que esta también va cambiando, con nuevas situaciones, parejas, hijos, etc.
Para poder plantear una adopción abierta o cerrada es importante optar por la intervención de un profesional cualificado que evalúe cada situación concreta, ya que cada adopción es única e irrepetible y no existen fórmulas magistrales.
April 23, 2020 /
Esperanza Alonso /
Adopción